Una cápsula de Cobalto 60, robada y vendida como chatarra, contaminó material de construcción y provocó la mayor radiación nuclear en América.
DE CD. JUÁREZ PARA EL MUNDO
Todo empezó en ese municipio fronterizo, por una mala disposición de una máquina.
Las investigaciones de las autoridades arrojaron que, en el año 1977, el doctor Abelardo Lemus y sus socios del Centro Médico de Especialidades compraron sin los permisos necesarios, una máquina de radioterapia equipada con una bomba de Cobalto-60 por la cantidad de entre 16 y 17 mil dólares.
El cobalto-60 es un isótopo radiactivo sintético que emite rayos gamma utilizado para tratar a pacientes con cáncer.
Se dijo entonces que el nosocomio no contaba con el personal especializado para operar la máquina, de tal manera que terminó arrumbada en una bodega del lugar, durante seis años, hasta que el 6 de diciembre de 1983, Vicente Sotelo Alardín, trabajador de mantenimiento del hospital y su amigo Ricardo Hernández, la sustrajeron y la vendieron como chatarra.
Antes de llevar el artefacto de unos 100 kilogramos, lo desmontaron y perforaron el corazón de la bomba de cobalto, un cilindro que contenía el material radiactivo, es decir unos 6 mil balines de 1 milímetro de diámetro.
En el camino rumbo al yonque Fénix ubicado sobre la carretera Panamericana, cerca del cruce con Boulevar Zaragoza, de la pick up fueron regándose cientos de bolitas metálicas, que entonces les llamaron “pellets”, así que la contaminación se extendió por toda la ciudad, porque después que trascendió el problema y que autoridades realizaron un monitoreo, localizaron las piececillas desperdigadas por colonias muy distantes entre unas y otras. Dicha información fue detallada en el informe que después realizó la Comisión de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS).
Les pagaron mil 500 pesos a Vicente y Ricardo por la pieza.
Los gránulos se mezclaron con otros fierros en el yonque (deshuesadero), de donde se envió material a dos fundiciones: Aceros de Chihuahua (Achisa), una fábrica de varilla de construcción en la capital del estado; y Falcon, fabricante de soportes para mesa. Se estima que, para enero de 1984, la varilla y los soportes resultantes ya habían sido exportados a Estados Unidos y el interior de México.
En total Achisa habría producido 6 mil toneladas de varilla contaminada, entre el 6 de diciembre de 1983 y el 3 de enero de 1984 De esa cantidad, mil toneladas fueron exportadas a Estados Unidos y las cinco mil restantes se distribuyeron en el interior del país
Por su parte, la maquiladora Falcon de México, la otra empresa que adquirió chatarra contaminada en el yonque Fénix de la Ciudad Juárez, produjo unas 30 mil bases metálicas para mesa, que se distribuyeron en 20 estados de la Unión Americana.
El material llegó a los estados de Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Baja California Norte, Baja California Sur, Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco, Zacatecas, Tamaulipas, Querétaro, Durango, Hidalgo y Estado de México.
DETECTADO EN NUEVO MÉXICO
Fue el 16 de enero de 1984 cuando el laboratorio nacional de Los Álamos, ubicado en Nuevo México, Estados Unidos, detectó la presencia de radiactividad en las inmediaciones. El detector se disparó porque un camión, que transportaba varilla producida por la empresa Achisa, se había extraviado y pasó cerca del laboratorio.
Fue como se conoció del problema cuyas investigaciones llevaron hasta el yonque referido en Juárez y a quien sustrajo la bomba de Cobalto 60, es decir el empleado de del CME, de nombre Vicente Sotelo, quien terminó por abandonar la camioneta en las inmediaciones de un conocido salón de baile denominado Electriq.
Los medidores detectaron que la camioneta arrojaba en algunas partes casi 1000 rads, la radiación equivalente a 20 mil radiografías.
USARON HELICÓPTEROS
En Juárez se desató toda una campaña para recuperar tanto los balines diminutos como piezas contaminadas, incluidas las varillas.
En los archivos de periódico El Fronterizo, que circulaba en Ciudad Juárez, se documentó un 20 de marzo de 1984 la utilización de helicópteros norteamericanos para detectar las piezas radioactivas, uno de cuyos lotes fue encontrado en la colonia Luis Echeverría, en una construcción.
En total, se habló de que unas mil toneladas de materiales nunca fueron localizadas. Se les perdió la huella y cientos de viviendas habrían sido construidas con esos contaminantes radioactivos que entre otros daños a la salud pudieran causar cáncer a sus moradores. |FUENTE: El Sol de México | Teófilo Alvarado | El Mexicano.
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