El caso del cementerio industrial Canal del Amor (Love Canal), en Estados Unidos, fue uno de los primeros que captó la atención pública hacia el tema de los residuos.
Cuando compramos un terreno nunca pensamos que nos estén vendiendo un cementerio industrial y que éste “reviva”, porque el concepto que tenemos es que en los cementerios hay muertos, pero en un cementerio industrial (así se les llamaba antes) no ocurre así, porque los residuos no mueren, simplemente se conservan, se transforman, se bio-transforman, se toxifican, se combinan y se trasladan.
Tal es el caso que sucedió en Love Canal hace más de 40 años. Cuando la gente que habitaba sobre el lugar comenzó a ver los síntomas de las intoxicaciones fue porque ya era demasiado tarde, los residuos ya habían contaminado los mantos freáticos y estaban obteniendo agua, supuestamente potable, muy tóxica.
Love Canal es un ejemplo de lo que en la actualidad está totalmente prohibido. Hoy, en un relleno sanitario o en un basurero clausurado –ya sea de residuos municipales, de manejo especial o de residuos peligrosos-, no se puede construir encima y se deben instalar fosos de monitoreo (bunkers) -corriente abajo y corriente arriba-, para asegurarse de que no haya fuga del material que ha sido confinado.
Pero nadie está exento de un suceso similar. Al mayor accidente nuclear que fue Chernovyl se le pusieron toneladas de cemento para contenerlo y de todos modos no se asegura que pueda mantenerse sellada la instalación, pues aún, la mejor obra del hombre contra la naturaleza no puede hacer nada; si sucede un terremoto o un deslizamiento de suelos, evidentemente se resquebraja todo lo que haya construido el hombre.
Lo que ocurrió en Estados Unidos representó, además de un problema de salud pública, una demanda millonaria a la empresa que depositó los residuos. El nombre del lugar sufrió un gran contraste, pues el Canal del Amor significó muertos e intoxicados. Aún ahora, después de 40 años, quedaron secuelas.
QUÉ PASO EN LOVE CANAL
Entre 1947 y 1952 la compañía química Hooker usó un viejo canal que no se había llegado a terminar, para depositar 20 mil toneladas de productos químicos muy tóxicos.
En 1952 la ciudad de Niagara Falls expropió esos terrenos para construir una urbanización y una escuela. La compañía química advirtió de los peligros, pero se pensó que recubriendo, como hicieron, todo el vertedero con capas de arcilla y tierra quedaría suficientemente sellado.
Cuando los obreros que construían la escuela removieron la arcilla, como se comprobó más tarde, fue cuando empezaron a surgir problemas al final de los años cincuenta. Niños que jugaban en el patio sufrían quemaduras, algunos enfermaron y murieron. Vapores tóxicos emanaban de vez en cuando dañando a las plantas. Con las lluvias salía barro cargado de una mezcla oscura y tóxica. Los problemas continuaron durante años.
En 1978 se hicieron análisis de las aguas de la zona que mostraron la presencia de 82 productos químicos contaminantes. El Departamento de Sanidad comprobó que una de cada tres mujeres había tenido abortos espontáneos, un porcentaje muy superior al normal, y que de 24 niños, cinco tenían malformaciones. Se estudiaron otras enfermedades en niños y se vio que su incidencia era claramente más alta que en la población general.
La zona fue declarada un área catastrófica. La escuela fue cerrada y cientos de familias de la zona evacuadas. Todo el proceso supuso casi 200 millones de dólares además de los graves daños a la salud de las personas.
SÓLO UN SITIO DE CONFINAMIENTO EN MÉXICO
En nuestro país, el único sitio oficial de confinamiento de residuos peligrosos está en el municipio de Mina, Nuevo León, y fue aprobado en los años 80’s.
La ley marca que la distancia mínima que debe haber entre un núcleo poblacional -de más de 2 mil 500 personas- y un confinamiento controlado es de 2.5 kilómetros. El sitio debe ser muy grande y colocarse áreas de amortiguamiento, de tal forma que la gente no se pueda acercar.
En Tabasco no hay propiamente enterramientos de residuos peligrosos. Ha habido intentos de abrir nuevos confinamientos en el país pero evidentemente nadie los quiere. Se intentó en Querétaro, Puebla y Estado de México, por ejemplo, y no se logró.
No obstante, nadie quiere que se le obligue a enviar residuos peligrosos a Mina, Nuevo León, por el alto costo del traslado. El problema de logística y de costos debe resolverse o de lo contrario se está contaminando áreas sin control. –PAT/VPR
En materia de residuos, Grupo SEG provee los servicios de manejo, tratamiento, transporte y disposición final de:
Residuos Peligrosos (RPs),
Residuos de Manejo Especial (RME),
Residuos Sólidos Urbanos (RSU),
Residuos Peligrosos Biológico Infecciosos (RPBI).
Así como control de contaminantes y remediación de sitios contaminados. Presupuestos de servicios: scgiestargos@gmail.com
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